HOMBRE Y CIENCIA

Análisis de diversos aspectos sociales, culturales y económicos bajo el enfoque antropológico.

Aporte de la Antropología al proceso administrativo y al desarrollo gerencial.

Metodología de la investigación

Proyecto de Investigación: pasos y procesos para la elaboración de un Proyecto de Investigación.

Desarrollo evolutivo del hombre

Desarrollo evolutivo del hombre
Desarrollo del proceso evolutivo del Hombre

jueves, 16 de octubre de 2008

Emotion (or Life, the Universe, Everything)

Título: Emotion (or Life, the Universe, Everything).
Authors: Milton, KayFuente: Australian Journal of Anthropology; Aug 2005, Vol. 16 Issue 2,p198-211, 14p, 3 diagrams
Tipo de documento: Article
Términos de la especialidad: *ANTHROPOLOGY *HUMAN ecology Resumen:
Emotions are fundamental to human life; they define its quality and motivate action. In the past, social scientists who have studied emotions have treated them as biological, cultural or social phenomena. These approaches have tended to fall on either side of the culturally recognized division between nature and culture, and so have failed to recognize that emotions bridge this division, that they are thought of as both biological and cultural, as consisting of both physical feeling and cultural meaning. In this article, an alternative approach is presented in which emotions are treated as ecological mechanisms that operate in the relationship between an individual human being and their environment. In this approach, which draws on models of emotion proposed by William James and Antonio Damasio, emotions connect individual human beings to their surroundings and play an important role in learning. A focus on the individual as the centre of analytical attention--often referred to as 'methodological individualism'--is a logical consequence of the ecological approach to emotion, which also has significant implications for the relationships between ecological anthropology and other branches of the discipline, and between anthropology and other disciplines. In the face of an ecological understanding of emotion, all relations, including social relations, become ecological and social anthropology melts into and is subsumed by ecological anthropology. At the same time, anthropology tends to lose its distinctiveness from biology, psychology and other disciplines by focusing on a phenomenon that is of common interest to all the human sciences. [ABSTRACT FROM AUTHOR]
Afiliaciones del autor:
1. Anthropology, Queen's University, Belfast 
ISSN: 1035-8811 Número de acceso: 17718422 Vínculo persistente a este informe:http://search.epnet.com/login.aspx?direct=true&db=aph&an=17718422&lang=e

miércoles, 15 de octubre de 2008

LA ALIMENTACION DERECHO VIOLADO

La alimentación, derecho violado; denuncia el Papa
La alimentación es un derecho humano y su violación constituye una gravísima responsabilidad ética, asegura Benedicto XVI.«Es necesario, por tanto, que madure entre los miembros de la Comunidad de las Naciones una conciencia solidaria que considere la alimentación como un derecho universal de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones», afirma el Papa.Lo escribe en un mensaje enviado al director general del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, que se celebró el 16 de octubre.El tema elegido para esta Jornada, «El derecho a la alimentación», considera el Santo Padre constituye una ayuda para reflexionar en la preparación de las celebraciones por el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. «Esta coincidencia ayuda a pensar en la importancia que el derecho a la alimentación tiene para la feliz consecución de otros derechos, empezando ante todo por el derecho fundamental a la vida», indica el Papa.El Papa denuncia, sin embargo, que no está descendiendo significativamente el número de hambrientos en el mundo. «Esto es debido quizás a que se tiende a actuar motivados, sólo o principalmente, por consideraciones técnicas y económicas, olvidando la prioridad de la dimensión ética del «dar de comer a los hambrientos», indica. «Esta prioridad atañe al sentimiento de compasión y solidaridad propio del ser humano, que lleva a compartir unos con otros no sólo los bienes materiales, sino el amor del que todos tenemos necesidad». «Efectivamente --advierte--, damos demasiado poco si sólo ofrecemos cosas materiales». «Los datos disponibles muestran que el incumplimiento del derecho a la alimentación se debe no sólo a causas de tipo natural sino, sobre todo, a situaciones provocadas por el comportamiento de los hombres y que desembocan en un deterioro general de tipo social, económico y humano». «Cada vez son más numerosas las personas que, a causa de la pobreza o de conflictos sangrientos, se ven obligadas a dejar sus casas y sus seres queridos para buscar sustento fuera de su tierra», denuncia. «No obstante los compromisos internacionales, muchas de ellas son rechazadas».«El objetivo de erradicar el hambre y, al mismo tiempo, contar con una alimentación sana y suficiente, requiere también métodos y acciones específicas que permitan una explotación de los recursos que respete el patrimonio de la creación», propone la misiva.«Trabajar en esta dirección es una prioridad que conlleva no sólo beneficiarse de los resultados de la ciencia, de la investigación y de las tecnologías, sino tener también en cuenta los ciclos y el ritmo de la naturaleza conocidos por la gente de zonas rurales, así como proteger los usos tradicionales de las comunidades indígenas, dejando a un lado razones egoístas y exclusivamente económicas», indica.El mensaje concluye pensando de modo particular en la situación de los niños --«primeras víctimas de esta tragedia»--, «retrasados a veces en su desarrollo físico y psíquico y, en tantas ocasiones, obligados a un trabajo forzado o alistados entre los grupos armados a cambio de recibir unos pocos alimentos». «A este respecto, pongo mi esperanza en las iniciativas que se han emprendido a nivel multilateral para favorecer la alimentación escolar y que permiten a comunidades enteras, cuya supervivencia está amenazada por el hambre, mirar con mayor confianza hacia su futuro», confiesa.

jueves, 9 de octubre de 2008

Nuevos descubrimientos: Todos procedemos de los bosquimanos

Nuevos descubrimientos: Todos procedemos de los bosquimanos

Una nueva teoría que se basa en el análisis genético de los distintos pueblos, concluye que toda la humanidad desciende de los bosquimanos que emigraron desde África hace 50.000 años

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Los bosquimanos o san se han convertido en el centro de las miradas de los más importantes investigadores y genetistas internacionales. Hace miles de años, este pueblo ocupaba una gran parte de África, aunque hoy en día sólo queden unos 100.000 integrantes de esta etnia.

Los nuevos descubrimientos apuntan a que los bosquimanos, y también los hadzabe (África Oriental) son los padres genéticos de la diversidad de pueblos que habitan el planeta hoy en día. Ya en los años 60 estos pueblos fueron estudiados por importantes lingüistas como Joseph Greenberg, debido a lo característico de la lengua con que se comunican. Las consonantes que emplean se identifican con chasquidos (consonantes clic) que hicieron pensar a los estudiosos que su origen debía ser muy antiguo.

Los recientes estudios genéticos han comparado los distintos ADN de gran número de poblaciones. Así, unos marcadores de ADN similares indican que los pueblos que se están estudiando tuvieron un ancestro común reciente. A mayor diferencia entre los ADNs, más separadas estarían las poblaciones con respecto a su origen.

Con esta base, los investigadores Alec Knight y Peter Underhill han conseguido demostrar que los bosquimanos del desierto del Kalahari y los Hadzabe de Tanzania son los descendientes de los primeros pobladores de nuestro planeta. Asimismo, su curioso lenguaje de "clics" es posiblemente el origen de todas las lenguas del mundo.

La reconstrucción de la historia de la humanidad, sugiere pues, que hace unos 50000 años los bosquimanos o san salieron de África en busca de un lugar más habitable; ya que por aquel entonces el cambio climático había producido una gran desertización.

Es posible que estos primeros bosquimanos no fueran más de 10000 individuos, refugiados del clima en la zona oriental de África. El desplazamiento de un primer grupo se produjo por el sur de la península arábiga y la zona meridional de Asia, dando lugar a muchas de las poblaciones genéticas que hoy viven en estos lugares.

El avance continuó hasta Australia gracias al bajo nivel de los océanos, de ahí que también los aborígenes australianos surgidos a partir de nuestros emigrantes, sean también uno de los pueblos más antiguos de la tierra. Y hasta aquí el primer gran desplazamiento de los bosquimanos, pero el resto de la tierra se pobló por otros dos desplazamientos sucesivos y con el mismo origen.

5000 años después (hace 45000 años) otros grupos de bosquimanos abandonaron el continente africano hacia la península arábiga y se dirigieron hacia el norte hasta Oriente Próximo. Desde aquí, y durante 15000 años más, se produjeron otras tres migraciones en dirección la India, la parte oriental de Asia y la zona de Kazajstán. La primera de ellas habría dado como resultado a los pueblos hindús, la segunda a los pueblos orientales, y la tercera a la mayoría de los europeos, además de a los indios norteamericanos que emigraron de Kazajstán por el estrecho de Bering hace aproximadamente unos 10000 años.

Los grupos que se establecieron en Oriente Próximo, cuya forma de vida era la caza y la recolección, sufrieron un cambio en su evolución debido al nuevo cambio climático (hace 12000 años) que convirtió esta zona en un gran valle fértil. Con el descubrimiento de la agricultura, los asentamientos crecieron y dieron lugar a las primeras ciudades y sociedades organizadas que se extendieron por el Mediterráneo.

Aunque existen discrepancias entre los investigadores sobre la expansión lingüística de todos estos pueblos, hay algo en lo que tanto genetistas como lingüistas coinciden: La humanidad actual es tan reciente (50000 años de la primera migración de los bosquimanos) que nuestra población mundial es mucho más homogénea de lo que se creía. Nunca una especie ha tenido tan gran número de coincidencias genéticas entre todos los individuos que la integran.

Más información: "The journey of man. A genetic odyssey", Spencer Wells. Penguin books.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

La unión del hombre y la naturaleza


La unión del hombre y la naturaleza
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Catherine Larrère, filósofa, autora de Les philosophies de l’environnement (PUF, París, 1997) y Du bon usage de la nature (Aubier, París, 1997).

Catherine Larrère

El hombre es una cuerda tensa entre animal y superhombre.
Una cuerda sobre un abismo.

Friedrich Nietzsche,
filósofo alemán (1844-1900)

El panda gigante o la ballena azul son los símbolos de una naturaleza cuya riqueza y variedad queremos preservar: la protección de las especies amenazadas es una de las formas más antiguas de protección de la naturaleza. Pero ahora sabemos que la diversidad biológica o biodiversidad no consiste solamente en la variedad de las especies, sino que concierne a la totalidad del mundo viviente, de los genes a la biosfera1.
Esa biodiversidad no es algo estático. Puede definírsela como un sistema en transformación, situado en la dinámica de la evolución. Según los científicos, permite al mundo viviente adaptarse a entornos que cambian con el correr del tiempo, garantizando así la prosecución de los procesos evolutivos.

Un valor ético
Hoy se reconoce que la actividad humana forma parte de esa biodiversidad. Ahora bien, durante mucho tiempo se consideró a los hombres esencialmente como agentes perturbadores y exteriores a la naturaleza. Se procuró entonces proteger espacios naturales “vírgenes” o “salvajes”, poniéndolos al margen de toda actividad humana.
De hecho, el hombre hace pesar amenazas bien reales sobre la naturaleza. La contaminación, la utilización excesiva de las especies vivas, el exterminio de las “nocivas”, la fragmentación o la destrucción de los hábitats provocan la desaparición de especies y afectan negativamente a la biodiversidad. Pero cuando se concibe la biodiversidad con una perspectiva dinámica, se insiste en que los seres humanos son también capaces de mantenerla, como lo demuestran ciertos paisajes característicos de Normandía o de Bretaña en Francia. Incluso el bosque tropical es a menudo el resultado de una larga evolución conjunta entre las poblaciones indígenas y su medio natural.
Este doble poder —a la vez de destruir y de mantener la biodiversidad— pone de manifiesto cuán grande es nuestra responsabilidad. Somos una especie entre tantas, pero una especie que ejerce una presión de selección particularmente fuerte. Ya no hay en el planeta ningún espacio que escape a nuestras intervenciones. Por consiguiente, la idea de mantener la naturaleza en toda su integridad es ilusoria. En cambio, debemos medir las consecuencia de nuestros actos en la prosecución de los procesos evolutivos a fin de regularlos. El principio de una “gestión sostenible” de la biodiversidad se desprende de un imperativo: el de una colaboración entre el hombre y la naturaleza.
Pero regular en nombre de qué valor. Es posible considerar el valor instrumental del la biodiversidad: los bienes y servicios que proporciona, los conocimientos que los científicos obtienen de ella. Pero, además, como la belleza de la naturaleza nos atrae, hemos de considerar también los sentimientos estéticos o religiosos que suscita en nosotros.
Ello nos lleva a abordar su valor intrínseco o ético. La naturaleza tiene un valor en sí, independientemente de los servicios que puede brindar a la especie humana. Todo ser vivo, por el hecho de existir y desplegar estrategias complejas –no mecánicas– para conservar la vida y reproducirse, tiene un valor propio. Más allá, la diversidad biológica en sí, al ser el resultado de la evolución y la condición de su prosecución, tiene también un valor propio, que el Convenio sobre Diversidad Biológica (Río de Janeiro, 1992) reconoce en sus primeras líneas.

Un sistema que incluye al hombre
A menudo se ha opuesto el antropocentrismo del valor instrumental al ecocentrismo del valor intrínseco, como si hubiera que optar, como si el último hombre tuviera que perecer para que viviera el último lobo, o a la inversa. Pero, fuera de que esa hipótesis es totalmente artificial, los dos enfoques pueden coexistir desde el momento en que hay un entendimiento sobre una concepción dinámica e integradora de la biodiversidad como un sistema evolutivo que incluye al hombre.
El desarrollo de la ingeniería genética, que trata a los genes como una materia prima, ha introducido un punto de vista muy diferente sobre la biodiversidad: se la considera como un gigantesco receptáculo de recursos que conviene explotar sin demora. La biodiversidad genética ya no es sinónimo de una naturaleza que hay que manejar con prudencia; se convierte en una fuente de beneficios y de conflictos entre los que quieren apropiársela.




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1. Zona ocupada por los seres vivos en su conjunto.



martes, 19 de febrero de 2008

EL CAMBIO CLIMATICO ¿LA NUEVA RELIGION?

CAMBIO CLIMÁTICO: ¿LA NUEVA RELIGIÓN?
El lenguaje mesiánico cala y ha convertido la lucha contra el calentamiento en un credo
Interesante reportaje sobre el cambio climático que publica El País:Cambio climático: ¿la nueva religión?
El cambio climático ha movilizado a científicos que lo estudian, a ingenieros que buscan soluciones tecnológicas y a economistas que las miden. Y empieza a atrapar también una dimensión espiritual que lo está convirtiendo, en opinión de algunos, en la nueva religión del siglo XXI. Una nueva espiritualidad ecológica. El lenguaje mesiánico y los instrumentos casi religiosos que se utilizan rompen los esquemas discursivos y calan en una opinión pública más escéptica ante causas del pasado.
A finales de octubre del año pasado, Al Gore desembarcó en Sevilla para hablar de su movimiento contra el cambio climático, el Proyecto Clima. Gore, de 59 años, se subió al estrado y por enésima vez interpretó con entusiasmo el discurso que viene repitiendo desde hace ya varios años. Ese día, alguien le preguntó: "¿Cómo es usted capaz de repetir lo mismo una y otra vez?" "Porque soy un hombre con un sentido de misión, por eso puedo decir las mismas cosas sin perder la fuerza, la ilusión. Porque llevo un mensaje en el que creo apasionadamente", contestó.
En su afán por llegar al interlocutor, Gore, que es profundamente religioso, usa frases como "A Noé se le dijo que salvase las especies vivas y ello hoy sigue siendo nuestra obligación". Y antes de aleccionar a los embajadores o discípulos que forman parte de su movimiento, 1.700 por todo el planeta, les pide una "conexión espiritual".
"La estructura que Al Gore ha organizado resulta casi religiosa, con discípulos que transmiten la buena nueva, como Jesucristo", reflexiona el biólogo Miguel Delibes de Castro. "Los científicos solemos insistir en que hay que racionalizar los problemas, pero lo cierto es que es más vendible el mensaje emocional, sobre todo si implica a fuerzas superiores a nosotros. Ayuda a que la gente se mueva por algo que debe resultar parecido al sentir de la tribu antes ese dios mágico. A mí no me gusta esta forma de funcionar. Al Gore se considera un hombre con una misión, y yo de Mesías tengo más bien poco. Yo aviso de que algo está pasando y es la sociedad quién debe decidir qué hay que hacer. Sin embargo, soy mucho menos eficaz. Al Gore ha vuelto a demostrar que moviliza mucho más algo parecido a la fe que la racionalidad".
El de Al Gore es el ejemplo más visible, pero no el único. Frases como "Hay que salvar el planeta", "Tenemos una misión", "la culpa es del hombre (¿el pecador?)", "llega el cambio climático" (¿el castigo?), ya no suenan tan raras. "El mensaje ecologista con componentes religiosos ha calado mucho", dice Miguel Ferrer, biólogo y presidente de la Fundación Migres. "Las corrientes ecologistas integristas tienen muchas características comunes con escuelas basadas en creencias religiosas. Cada vez se oye más el discurso según el cual el hombre es el ser malvado que provoca destrucción y debe ser expulsado de los últimos paraísos".
Sin embargo, la conexión entre ecología y religión no resulta tan extraña si tenemos en cuenta el concepto del prójimo, como apunta Víctor Viñuales, director de la Fundación Ecología y Desarrollo: "Casi todas las religiones tienen en el centro la idea del prójimo. Y si ampliamos el concepto, ¿quién es tu próximo? Hoy sabemos que en un mundo global las consecuencias de lo que hacemos aquí y ahora, afectan a los que están lejos, tanto en el espacio como en el tiempo. Si construimos una presa en un paraje espectacular, nuestros bisnietos y las generaciones venideras no podrán disfrutarlo. No sólo eso, también afectará a otros seres vivos que se están extinguiendo de manera masiva. Visto de este modo, hay una conexión muy clara entre religión y sostenibilidad".
Uno de los 200 embajadores de Al Gore es Juan Negrillo. Se conocieron hace años, durante una de las visitas del candidato frustrado a la presidencia de Estados Unidos a la Campus Party, el evento de entretenimiento electrónico que reúne a más de 8.000 jóvenes en Valencia a finales de julio y del que Negrillo es organizador. Éste recuerda que ya entonces Gore aprovechaba cualquier ocasión, como una cena entre amigos, para ensayar su discurso, el mismo que hace de hilo conductor de su documental Una verdad incómoda. Fue entonces cuando el malagueño se enganchó a la misión del Nobel de la Paz. Preguntado sobre la conexión entre su discurso y el sentir religioso, Negrillo reflexiona: "Todas las religiones hunden sus raíces en la fe, y en ese sentido se puede confundir el mensaje ecologista y de defensa del clima con uno religioso, porque como no podemos tocar, oler, pesar o ver el CO2 y es casi una cuestión de fe en la comunidad científica".
La explicación suena sensata. Aunque también puede que se trate simplemente de una cuestión lingüística, como apunta el filósofo Jesús Mosterín: "Este lenguaje aplicado a la ecología es simplemente metafórico. Frases como el castigo del cambio climático... Son palabras sin sentido literal, como cuando decimos de una chica rubia que tiene los cabellos de oro. Lo que sí es cierto es que la vida es un fenómeno tan raro y fascinante que entiendo que mucha gente piense que es una misión preservarla. Pero no lo es porque nos lo ordene una autoridad externa. Einstein decía que él no creía en un dios, pero que se sentía profundamente religioso porque se sentía identificado con el universo".
El coqueteo entre ecologismo y espiritualidad, no es nuevo. 1966 fue una fecha clave. Ese año se publicó Ciencia y supervivencia, de Barry Commoner, uno de los libros fundacionales de las corrientes ecológicas o ambientales con inspiración más o menos religiosa. "La segunda mitad del siglo XX contempló el auge de múltiples movimientos religiosos, espirituales y espiritistas, caracterizados por ser una mezcla de elementos diversos", explica el filósofo José Antonio Marina. "Uno de ellos prolongó el fervor ecológico de los últimos decenios. Para mí, lo importante son los factores que se unieron en esa espiritualización ecológica. Nació posiblemente del movimiento hippy, de su vuelta a la naturaleza, se unió con un cierto panteísmo, por entonces de moda, que se volvía hacia la Tierra como un ser vivo, con el que se establecía una relación mística. Se admiró la relación con la naturaleza de las antiguas culturas, la Pacha Mama, el respeto de las tribus americanas".
"La hipótesis Gaia, de Lovelock, colaboró, considerando a la Tierra como un ser vivo al que hay que respetar", añade Marina. "Teorías como la Deep Ecology exaltaron el valor del mundo vegetal, hasta el punto de comparar la tala de un bosque con el asesinato de judíos en un campo de concentración. A todo esto, se unió el interés por la ética ecológica, que llamaba la atención sobre la necesidad de cuidar la naturaleza. Y también la influencia de religiones orientales, como un budismo light, que defiende la compasión universal por todos los seres. La espiritualidad ecológica es un cesto hecho con muchos mimbres".
El autor más famoso de estas corrientes es James Lovelock y su libro Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra, en la que desarrolla la idea de que la Tierra es un gran organismo vivo, una idea que tiene algo de religioso porque se basa en una intuición que desborda la razón científica. "Cuando se publicó, a mediados de los setenta, hubo un fuerte rechazo, pero ahora es muy aceptado", dice Jorge Riechmann, profesor de filosofía moral y vicepresidente de Científicos por el Medio Ambiente. "No es tan raro que haya cierto intercambio entre pensamiento religioso y ecológico", continúa. "Todas las grandes religiones comparten un sentimiento de conexión universal con el cosmos, de inmersión con el todo".
Pero, ¿qué piensan los ecologistas de todo esto? La mayoría no ve puntos en común ni le gusta la idea. "Mi sensación es que no existe ninguna conexión entre ecología y religión. El planteamiento es radicalmente diferente y el mensaje mayoritario no es el de que tenemos una misión", dice Yayo Herrero, coordinadora estatal de Ecologistas En Acción.
"No se trata de una cuestión de religiosidad, sino de valores", dice Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España. "Yo me siento parte de un movimiento social, ciudadano, que trata de introducir en nuestra escala de valores cosas que no se tenían en consideración, como el respeto al planeta, y que debe formar parte del conjunto de valores en los que nos movemos. Y esos valores se encuentran tanto en una persona laica como en una religiosa. No son incompatibles. Hay una cierta utilización torticera del lenguaje en todo esto y mucho en el sentido peyorativo, cuando la auténtica realidad es que si a algo le rinde pleitesía la sociedad es al consumismo y al petróleo".
Este mismo argumento también viene a la cabeza de Herrero: "El crecimiento económico sí que se ha convertido en una religión. La sociedad occidental y en el proceso de la globalización, la finalidad que ha adquirido casi tintes religiosos es la obtención de beneficios económicos a costa de casi todo"
Lo curioso del debate es que, con contadas excepciones, las grandes religiones no han prestado apenas atención a la ecología. "Es llamativo, pero no hay una postura oficial contundente", apunta Miguel Ferrer. "Para la religión católica la familia parece estar mucho más en riesgo que el propio planeta". Puede que a partir de ahora esto cambie. En un hecho sin precedentes, durante el tradicional mensaje de Navidad, pronunciado desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano, el papa Ratzinger hizo una discreta alusión al problema del cambio climático. Dijo: "En el mundo crece cada vez más el número de emigrantes, refugiados y deportados, también por causa de frecuentes calamidades naturales, como consecuencia a veces de preocupantes desequilibrios ambientales".
Preocupantes desequilibrios ambientales. Toda una novedad dentro de los habituales discursos papales. Como también lo es el hecho de que el Vaticano haya decidido plantar un bosque en Hungría para compensar o neutralizar sus emisiones de CO2, al igual que muchas grandes empresas. Tanto unos como otros, ¿lo hacen movidos por un sentimiento auténtico de respeto al planeta o como una forma de publicidad?
Juan Negrillo insiste en que, aunque no se puede confundir ecología con religión, tampoco se debe dejar de lado el trasfondo filosófico que subyace detrás de los cambios que deberíamos afrontar para frenar el calentamiento del planeta. Para apoyar su argumento, Negrillo pone de ejemplo un relato que tiene toques de fábula: "Un día, un científico del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (formado por más de 2.000 expertos) me contó una historia que me parece que viene muy al caso. Me dijo que cuando el panel empezó a reunirse, hace ya unos 20 años, había en el grupo un anciano científico japonés que en una de las reuniones intervino y dijo 'los científicos hemos constatado que existe un problema de emisiones, pero no lo podemos resolver. Puesto que el CO2 lo producen las máquinas, tendremos que llamar a los ingenieros. Estos, a su vez, dirán que existe la tecnología necesaria para solucionar el problema, pero que cuesta dinero, así que se llamará a los economistas. Los economistas harán sus cálculos y dirán que, para conseguirlo, habrá que cambiar nuestro actual modelo social basado en el transporte, el derroche energético... así que se llamará a los sociólogos. Éstos, a su vez, dirán que es un problema de escala de valores que ellos no pueden resolver, así que se acudirá a los filósofos para que nos digan qué valores deberíamos poner nuestro empeño e interés".
Muchos de los puntos que anunciaba este anciano sabio se han ido cumpliendo. Los ingenieros llevan años estudiando alternativas. En 2006, el economista Nicholas Stern calculó el impacto del calentamiento global sobre la economía mundial. Que nuestro modelo social falla, ya lo hemos asumido. Puede que le esté llegando al turno a los cuestionamientos filosóficos, y de ahí que ecología y espiritualidad parezcan ahora más cerca que nunca.
Fuente: El País
Autor: David G.
14 de Febrero de 2008